Un estudio sugiere que el ejercicio puede compensar algunos de los efectos negativos para la salud del consumo de alcohol
Beber con moderación no es necesariamente algo malo; algunas investigaciones, especialmente en el área de las enfermedades del corazón, sugieren que el alcohol puede incluso proporcionar algunos beneficios.
Pero la mayoría de los estudios sobre el alcohol y sus efectos sobre la salud, son negativos, -desde enfermedades del corazón hasta cáncer- pero estas investigaciones sobre el consumo de alcohol, por lo general descartan otros factores del estilo de vida. Por lo que es un escenario bastante artificial, puesto que los hábitos de bebida de una persona a menudo van junto con otros hábitos de vida, como la dieta, el ejercicio e incluso algunas veces fuman.
Pocos estudios han examinado cómo el alcohol funciona en las situaciones más apegadas al mundo real: ¿cómo beber afecta a las personas que hacen ejercicio en comparación con aquellos que no son tan activos físicamente?, por ejemplo.
En su informe publicado en el British Journal of Sports Medicine, Emmanuel Stamatakis, profesor asociado de la Universidad de Sidney en Australia, y sus colegas, observaron específicamente la interacción entre el consumo de alcohol y el ejercicio, para ver cómo los comportamientos se afectaban entre sí cuando se trataba de mortalidad.
Los expertos estudiaron a más de 36.000 hombres y mujeres de mediana edad con un promedio de casi 10 años y se siguieron sus tasas de mortalidad y las causas de la muerte.
No es sorprendente, que encontraron que el consumo en sí está vinculado a mayores tasas de muerte prematura por cualquier causa, así como la muerte por cáncer. Y cuanto más alcohol se consume, mayor es el riesgo de muerte prematura.
Pero cuando Stamatakis empareja al ejercicio en su estudio, se encontró con que sólo aquellos que no eran físicamente activos, -lo que significa que no cumplieron con la cantidad recomendada de 150 minutos de ejercicio a la semana- mostraron patrones similares o de mayor mortalidad.
Entre los que informaron que realizaban las cantidades recomendadas de actividad, sus tasas de mortalidad fueron ligeramente inferiores, siempre y cuando bebían las cantidades recomendadas de alcohol. (una a dos bebidas por día).
Las personas que bebían más allá de estas cantidades, en niveles considerados peligrosos para su salud, mostraron mayores tasas de muerte por cualquier causa o cáncer independientemente de la cantidad que ejercían. El estudio encontró ,sólo un débil beneficio en la reducción de muertes por problemas relacionados con el corazón entre los que hacían ejercicio.
«Entre las personas físicamente activas, no hubo un aumento en el cáncer y la mortalidad por cualquier causa, hasta niveles peligrosos de consumo de alcohol», dice Stamatakis. Lo que es más, no parecía haber una diferencia en las tasas de mortalidad entre las personas físicamente activas si practican ejercicio al mínimo es decir cantidad recomendada o si hacían más ejercicio. «Parece que hay una especie de techo sobre el efecto protector de la actividad física», dice.
Pero eso no quiere decir que se puede beber sin medida y esperar un par de horas en el gimnasio o un pasear al perro para negar su complacencia.
Stamatakis observa que mientras que su estudio encontró un efecto protector potencial sobre las muertes por cáncer si el alcohol se acompaña junto con el ejercicio, beber viene con una serie de otros problemas de salud, algunos de los cuales pueden afectar la mortalidad de otras maneras, incluyendo problemas hepáticos, violencia doméstica y depresión.
Por muy tentador que podría ser la idea, de pensar que se puede ejercitar después de una noche de copas, es todavía mejor, dice Stamatakis, «permanecer dentro de los límites recomendados y evitar el consumo excesivo de alcohol».