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Conducen a la bebida: enzimas del cerebro podrían estar ligadas a dependencia al alcohol

La capacidad de resistirse a consumir una bebida con alcohol, puede depender en parte a cierta enzima en el cerebro, y el beber alcohol y su dependencia pueden reducir los niveles de esta enzima, al menos así lo ha revelando un nuevo estudio realizado a unas ratas.

Algunas personas parece que no puede dejar de beber, incluso cuando el consumo de alcohol les afecta negativamente. En el nuevo estudio, los investigadores descubrieron que la restricción de la producción del cerebro de una enzima llamada prdm2 y que se encuentra en los lóbulos frontales del cerebro, interrumpió el control de los impulsos de las ratas.

Las ratas consumían más alcohol, aun cuando la experiencia fue desagradable para ellas, así lo explican los autores del estudio.

Aunque los científicos han sospechado durante mucho tiempo que la actividad cerebral en los lóbulos frontales se conecta a la dependencia del alcohol, esta es la primera evidencia de un proceso químico específico que podría estar relacionado con el consumo excesivo de alcohol y cuando el mismo se convierte en adicción para un individuo, según los investigadores.

Los investigadores también encontraron que a medida que las ratas aumentaron la dependencia del alcohol, su producción de prdm2 disminuyo – y también lo hizo su control de los impulsos.

Esto llevó a los animales a buscar más alcohol a pesar de sus efectos adversos. Cuando la enzima fue menos abundante en el cerebro de los animales, los roedores también eran más propensos a buscar y ayudarse a sí mismos contra el alcohol en respuesta al estrés.

Cuando los científicos restringieron la producción de prdm2 en ratas que ya no eran dependientes del alcohol, dio como resultado el mismo tipo de comportamiento, lo que refleja una disminución en el control de los impulsos.

«Vemos cómo una sola manipulación molecular da lugar a importantes características de una enfermedad adictiva», dijo el autor del estudio, Markus Heilig, profesor de psiquiatría y director del Centro para la Neurociencia Social y afectivo (CSAN) en la Universidad de Linköping en un comunicado.

«Ahora que estamos empezando a entender lo que está pasando, esperamos que también seamos capaces de intervenir», agregó Heilig.

Estudios anteriores han sugerido que en las primeras etapas de la evolución humana, el gusto por el alcohol pudo haber sido beneficioso, ya que podría haber permitido a los antepasados de los humanos extraer nutrientes de podredumbre o de fruta fermentada.

Sin embargo, la idea de que el consumo moderado conlleva a beneficios para la salud de las personas, hoy en día puede ser una creencia popular. Una revisión reciente de 87 estudios mostró que las personas que viven más tiempo son los que limitan el consumo al mínimo.

Los hallazgos fueron publicados online, el 30 de agosto en la revista Molecular Psychiatry.